"Hemos escrito informes sobre esta posibilidad y se los hemos pasado a la Moncloa; aún no ha dado respuesta", cuenta Alejandro Inurrieta, economista y colaborador de la Fundación Ideas, que explica que la vía ha sido explorada por otros países en situaciones de turbulencias financieras como las actuales en España para garantizar la fluidez del crédito.
Los expertos ponen sobre la mesalos ejemplos de Suecia y Alemania
Así sucedió en Suecia, en 1992, cuando tras explotar su burbuja inmobiliaria, con una tasa de desempleo del 12% y unos tipos de interés que pasaron del 1% al 5%, su Ejecutivo (entonces conservador), antes de inyectar dinero público a las entidades, descabezó los consejos, publicó la situación real de las entidades y obligó a pagar a todas las partes (accionistas, bonistas y acreedores) parte del rescate. El saneamiento concluyó con la entrada de dinero público y la posterior venta de la mayor parte de estas entidades a fondos privados, con lo que el Estado recuperó su inversión. Nordea Bank, donde el Estado tiene ahora el 30% del capital y dirige la política de concesión de créditos, es el paradigma de aquella política."No debe tirarse el dinero público", sostiene Inurrieta, partidario de aplicar el modelo sueco en la transformación de las cajas en España. "Sólo con una banca pública se puede alimentar a los sectores que tienen proyectos pero no garantías, que nunca van a tener financiación privada porque no está dispuesta a asumir ese riesgo", reflexiona Inurrieta.
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