sábado, 12 de febrero de 2011

El fin del modelo de cajas abre la oportunidad de la banca pública

En los próximos meses, el reposicionamiento financiero de las cajas concluirá en una banca nacionalizada a golpe de talonario por parte del Estado. Una inyección de hasta 20.000 millones de euros, soportada por el FROB, que permitirá sobrevivir a las cajas más castigadas por su exposición al sector inmobiliario. Un cheque al portador para salvar el sistema financiero español y mostrar una nueva oferta de entidades desintoxicadas del ladrillo, con el ánimo de preservar la obra social de las cajas, pero con dificultad para conseguirlo ahora que se van a convertir en bancos y tendrán accionistas con los que compartir el beneficio. Según como se articule la reestructuración, el Estado puede quedar convertido en un accionista sin capacidad de decisión en los nuevos bancos, o puede aprovechar la oportunidad para entrar en el debate de un escenario de banca pública, que es lo que plantean algunos analistas y expertos y los sindicatos del sector.
"Hemos escrito informes sobre esta posibilidad y se los hemos pasado a la Moncloa; aún no ha dado respuesta", cuenta Alejandro Inurrieta, economista y colaborador de la Fundación Ideas, que explica que la vía ha sido explorada por otros países en situaciones de turbulencias financieras como las actuales en España para garantizar la fluidez del crédito.
Los expertos ponen sobre la mesalos ejemplos de Suecia y Alemania
Así sucedió en Suecia, en 1992, cuando tras explotar su burbuja inmobiliaria, con una tasa de desempleo del 12% y unos tipos de interés que pasaron del 1% al 5%, su Ejecutivo (entonces conservador), antes de inyectar dinero público a las entidades, descabezó los consejos, publicó la situación real de las entidades y obligó a pagar a todas las partes (accionistas, bonistas y acreedores) parte del rescate. El saneamiento concluyó con la entrada de dinero público y la posterior venta de la mayor parte de estas entidades a fondos privados, con lo que el Estado recuperó su inversión. Nordea Bank, donde el Estado tiene ahora el 30% del capital y dirige la política de concesión de créditos, es el paradigma de aquella política.
"No debe tirarse el dinero público", sostiene Inurrieta, partidario de aplicar el modelo sueco en la transformación de las cajas en España. "Sólo con una banca pública se puede alimentar a los sectores que tienen proyectos pero no garantías, que nunca van a tener financiación privada porque no está dispuesta a asumir ese riesgo", reflexiona Inurrieta.

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