El mundo se ha quedado sorprendido ante el crecimiento de Alemania, pero no estaría de más que aprendiera un par de lecciones de Suecia. Con unas expectativas de crecimiento del 5,5% para 2010, este país brilla con luz propia en los países desarrollados.
Los más optimistas apuntan a un crecimiento superior al 4% para 2011, mientras los pesimistas sitúan la cifra en el 2,5%. No es de extrañar que algunos analistas describan ahora a la corona sueca como la alternativa del norte de Europa al franco suizo.
Suecia estaba muy bien preparada para la recesión, después de haber pasado su propia crisis financiera a principios de los noventa. Cuando estalló la crisis, su sistema bancario gozaba de una excelente solidez, y el país tenía un alto índice de ahorro y excedente presupuestario. Además, ya había introducido reformas estructurales durante años. Suecia terminó 2010 con un presupuesto bastante equilibrado y una ratio de deuda frente al PIB de sólo el 35%. Según los precios de los CDS, se trata del segundo emisor de deuda pública más seguro, solo por detrás de Noruega.
No obstante, parece que en 2011 surgirán ciertas dificultades. La presión inflacionista va en aumento, junto con la inquietud sobre el precio de la vivienda y el endeudamiento de los hogares. Pero la presión de los precios es temporal, incluido el aumento de la factura eléctrica y del coste de los alimentos; según Barclays Capital, los incrementos salariales en 2010 y 2011 son los más bajos de la última década, situándose en una media del 2,5%. Consciente de estas presiones, el Banco Central de Suecia, el Riksbank, no tardará en aplicar una subida de tipos. La medida podría provocar más revalorizaciones de la corona, pero, por el momento, no hay motivos para preocuparse. En términos ponderados, la corona está en línea con los niveles anteriores a la crisis, después de haberse recuperado en 2010. La mayor amenaza para las exportaciones, que representan un 50% del PIB, puede llegar de una reducción de la demanda internacional por los ajustes fiscales de otros países de Europa. No obstante, Citigroup cree que esto afectará a los productos de consumo, que en Suecia no tienen tanta relevancia. Además, según RBS, solo el 7% de las exportaciones suecas se destinan a las economías europeas con más problemas y más débiles desde el punto de vista fiscal.
Eso hace pensar que Suecia seguirá creciendo, lo que daría otro impulso a los activos denominados en coronas. Nada mal para una economía que en los noventa se enfrentó a los mismos problemas que viven ahora mismo algunas economías europeas: un déficit presupuestario de dos dígitos, un alto nivel de endeudamiento y una difícil consolidación fiscal.
Lea el artículo original publicado en The Wall Street Journal Europe
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